La electricidad en la vida cotidiana
Los primeros intentos de utilizar la electricidad en México se dan en el siglo xix al instalarse pequeñas plantas eléctricas en la Ciudad de México y Veracruz. Éstas eran alimentadas principalmente por generadores de vapor. A lo largo del siglo xx el país experimenta un crecimiento muy significativo en su infraestructura eléctrica y se construyen nuevas centrales hidroeléctricas, térmicas y de energía nuclear para poder satisfacer la creciente demanda de este recurso. En las últimas décadas ha aumentado la preocupación hacia las energías renovables como la energía solar y la eólica.
La historia de la electricidad en México está marcada por hitos importantes que contribuyeron al desarrollo y a la modernización del país. Actualmente se ha convertido en una pieza fundamental para nuestra vida cotidiana en múltiples aspectos: nos proporciona luz, tanto en los hogares como en espacios públicos, lo que nos da la posibilidad de realizar actividades diarias en cualquier parte y momento del día. También otorga la infraestructura necesaria para la comunicación moderna, incluyendo celulares, internet y redes de telecomunicaciones. En los hogares facilita las tareas domésticas y permite ahorrar tiempo y esfuerzo al utilizar electrodomésticos como lavadoras, refrigeradores, estufas entre otros muchos artefactos.
En la industria y el comercio es crucial para la operación de fábricas, empresas y comercios de todo tipo, permitiendo así la producción y distribución eficiente de bienes y servicios, además de la injerencia que tiene en el sector de la salud, ya que es indispensable para el funcionamiento de equipos médicos y de diagnóstico contribuyendo así al tratamiento y cuidado de los pacientes.
En el último tiempo la electricidad se ha convertido en parte importante de la transformación del transporte, los vehículos eléctricos, como automóviles y bicicletas, han ganado popularidad debido al menor impacto ambiental y reducidos costos operativos ofreciendo una alternativa más sostenible para el traslado personal.
Dependemos tanto de la electricidad que, sin ella, la vida moderna se paraliza: la iluminación desaparece, la comunicación se interrumpe, los sistemas de transporte se detienen, los bancos dejan de prestar servicios. Su falta altera profundamente la rutina y las actividades diarias.