El significado de la Revolución mexicana en el siglo xxi
La Revolución mexicana, iniciada el 20 de noviembre de 1910, fue un proceso sociopolítico que definió a México a lo largo del siglo xx. Si bien en un principio surgió como una demanda que buscó poner fin a la dictadura de Porfirio Díaz, al movimiento pronto se unieron grupos provenientes de todos los estratos sociales, incluso miembros de las élites regionales que estaban descontentos con el proceder de los Científicos para ejercer poder e influencia sobre el viejo dictador; el general Bernardo Reyes es un ejemplo de éstos.
El consenso de cuándo terminó la Revolución mexicana ha estado en disputa desde 1911. A veces responde a un discurso político, pero también histórico. Fue a mediados del siglo pasado cuando los historiadores profesionales comenzaron a encontrar elementos que permitían argumentar la fecha de conclusión de este proceso. Para ello se valieron de informes militares, documentos oficiales de la revolución maderista, zapatista y villista, de otras facciones e, incluso, de la documentación generada durante el gobierno del “usurpador” Victoriano Huerta (1913-1914), a quien los constitucionalistas denominaron de aquella forma. Así, los debates sobre la Revolución, sobre sus héroes y villanos, han sido un discurso que se ha elaborado desde la historia oficial o profesional, pero también dentro de la jerga política.
Sin embargo, en pleno siglo xxi muchos mexicanos se cuestionan el valor de la Revolución mexicana, y aunque algunos niegan su importancia, nuevas indagaciones muestran un proceso revolucionario muy distinto al que se enseñó a través de los libros de texto; por ejemplo, el papel de las llamadas soldaderas redescubre que éstas no eran simples acompañantes, sino que tenían mando de tropa, e incluso, el caso de Amelia-Amelio Robles Ávila resulta interesante porque la Secretaría de la Defensa Nacional aceptó el “cambio de género” en su expediente militar, esto permite conocer el trasfondo social de la época revolucionaria, lo que hace a los mexicanos de este siglo cuestionar su pasado, pero sobre todo su presente, en el que aún hoy existen tabúes que hace más de cien años fueron aceptados por nuestros antepasados.