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Pedro Castillo Salgado
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Pedro Castillo Salgado: Testimonio del 68

A pesar de que el movimiento pactó la tregua olímpica para no deslucir los Juegos Olímpicos del 68, el presidente Gustavo Díaz Ordaz decidió recurrir al genocidio como método para acabar con la oposición democrática, utilizando al ejército con sus ametralladoras y tanques, a la policía federal de seguridad y al Batallón Olimpia, vestido de civil, en una clara maniobra de guerra, y quiero que quede claro: fue guerra de exterminio; masacró a la multitud inerme que asistió a un mitin pacífico en la explanada de la Plaza de Las Tres Culturas del barrio de Tlatelolco.

Nunca sabremos a ciencia cierta los centenares de muertos y heridos, y los miles de detenidos de esa acción represiva de lesa humanidad. El movimiento no desapareció, esto es fundamental. No desapareció con esa masacre. No desapareció con el genocidio del 2 de octubre, sino que cambió la táctica [sic] y pasó a una nueva forma de organización clandestina y semi clandestina; miles de brigadistas se integraron al trabajo obrero campesino y popular. También se profundizó por la vía de los hechos en lo educativo, en los centros de educación media superior y superior, creándose también bastiones importantísimos como lo fueron las preparatorias populares. Otros brigadistas y dirigentes se inclinaron por la vía armada, creándose una gran cantidad de grupos guerrilleros, cuya máxima expresión fue la Liga 23 de Septiembre; los que estábamos en el movimiento de masas respetábamos a los guerrilleros. No coincidíamos con esa concepción, pero lo respetábamos.