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Orden de los agustinos
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Orden de los agustinos

Los primeros frailes agustinos en llegar a la Nueva España en 1533 fueron Juan de San Román, Francisco de la Cruz, Alonso de Borja, Agustín de la Coruña, Jorge de Ávila y Juan de Oceguera. Éstos seguían los preceptos de san Agustín de Hipona, quien en el siglo iv fue cura  y fomentó el retiro, la oración y la meditación. Esta orden tuvo presencia en distintos estados, entre ellos: Morelos, Puebla, Guerrero, Hidalgo, la zona de la Huasteca y Michoacán.

Se cree que el patrón tan ecléctico para la evangelización de la población indígena se debió en gran medida a que los franciscanos y dominicos ya se habían asentado en el centro y sur del territorio, lo que impulsó a los agustinos a incursionar en áreas de difícil acceso como la Huasteca, el Bajío y la Tierra Caliente. Para esta última región los conventos de Tiripetío y Tacámbaro fueron fundamentales para llevar a cabo su misión. 

Una de las regiones de los agustinos fue el antiguo señorío de Culhuacán en el Altiplano central, que a su vez estuvo integrado por las poblaciones de Mexicaltzingo, Iztapalapa, Churubusco y Culhuacán, pueblos que quedaron bajo posesión de Cristóbal de Oñate tras la repartición de tierras a los españoles. A estos asentamientos se les renombró con una advocación para identificarlos. A Iztapalapa: san Lucas; a Mexicaltzingo, san Marcos; a Churubusco, san Mateo; y a Culhuacán, san Juan Evangelista. Los conventos fundados en estas ciudades sirvieron para que los frailes pudieran catequizar y enseñar oficios a los pobladores indígenas.