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Mexican Central [Plano]

Mexican Central [Plano]

 
 

En nuestros días son vistas como construcciones viejas, vestigios de la historia; pero hubo un tiempo en el que las estaciones del ferrocarril eran edificios importantes, símbolo de la llegada de noticias, mercancías y, sobre todo, de la modernidad a las grandes ciudades. Se creó un nuevo universo donde los jefes de estación, telegrafistas y despachadores de encomiendas eran privilegiados por pertenecer a este servicio.

En América Latina las estaciones se convirtieron en el claro reflejo del conflicto entre innovación y tradición constructiva, entre progreso tecnológico y bellas artes, lo cual caracterizó a la arquitectura del siglo XIX. Los gobiernos vieron en el ferrocarril la novedad del momento, el instrumento ideal para acercar a la población hacia los ideales de modernidad, civilización y progreso. Querían parecerse a las ciudades europeas.

 

En el objeto destacado se observa el plano número 2 de la propuesta de proyecto arquitectónico para la estación del ferrocarril de Ciudad Juárez, firmado por el ingeniero en jefe Lewis Kingman, entregado el 16 de octubre de 1899 y revisado en abril de 1900. En el documento se conjuntan las dos visiones de un proyecto: la planta y el alzado.

En la parte superior del plano se observa la elevación de la fachada principal junto con las laterales y su techumbre; puede apreciarse el detalle de las medidas, en pies y pulgadas, de cada uno de los elementos que la conforman y junto a ellos los materiales a utilizar para la construcción del edificio, por ejemplo, el uso del ladrillo para confinar los vanos y las paredes elaboradas de adobe con repellado de cemento. En la parte inferior del objeto puede verse la planta arquitectónica donde se aprecia la distribución espacial que tendría la estación, las indicaciones de las instalaciones hidrosanitarias y la inclinación del terreno

 

Hay dos curiosidades en este documento; la primera al costado de la planta, donde está el recuadro de despiece –proporciona al constructor el detalle sobre los elementos a usar–, y la nota, al margen inferior, sobre el grosor y el material de las paredes, convirtiéndose así en un claro ejemplo de las controversias existentes entre innovación (con el cemento y hierro) y tradición (el adobe).

Material de apoyo:

Molotla Xolalpa, Pedro Tlatoani, “La arquitectura ferroviaria y su contribución a la arquitectura civil en México: integración de nuevas formas y sistemas constructivos”. Disponible aquí.

Tartarini, Jorge Daniel, Arquitectura ferroviaria, Colihue, Buenos Aires, 2005, 288 pp.

 

En nuestros días son vistas como construcciones viejas, vestigios de la historia; pero hubo un tiempo en el que las estaciones del ferrocarril eran edificios importantes, símbolo de la llegada de noticias, mercancías y, sobre todo, de la modernidad a las grandes ciudades. Se creó un nuevo universo donde los jefes de estación, telegrafistas y despachadores de encomiendas eran privilegiados por pertenecer a este servicio.

En América Latina las estaciones se convirtieron en el claro reflejo del conflicto entre innovación y tradición constructiva, entre progreso tecnológico y bellas artes, lo cual caracterizó a la arquitectura del siglo XIX. Los gobiernos vieron en el ferrocarril la novedad del momento, el instrumento ideal para acercar a la población hacia los ideales de modernidad, civilización y progreso. Querían parecerse a las ciudades europeas.

En el objeto destacado se observa el plano número 2 de la propuesta de proyecto arquitectónico para la estación del ferrocarril de Ciudad Juárez, firmado por el ingeniero en jefe Lewis Kingman, entregado el 16 de octubre de 1899 y revisado en abril de 1900. En el documento se conjuntan las dos visiones de un proyecto: la planta y el alzado.

En la parte superior del plano se observa la elevación de la fachada principal junto con las laterales y su techumbre; puede apreciarse el detalle de las medidas, en pies y pulgadas, de cada uno de los elementos que la conforman y junto a ellos los materiales a utilizar para la construcción del edificio, por ejemplo, el uso del ladrillo para confinar los vanos y las paredes elaboradas de adobe con repellado de cemento. En la parte inferior del objeto puede verse la planta arquitectónica donde se aprecia la distribución espacial que tendría la estación, las indicaciones de las instalaciones hidrosanitarias y la inclinación del terreno

Hay dos curiosidades en este documento; la primera al costado de la planta, donde está el recuadro de despiece –proporciona al constructor el detalle sobre los elementos a usar–, y la nota, al margen inferior, sobre el grosor y el material de las paredes, convirtiéndose así en un claro ejemplo de las controversias existentes entre innovación (con el cemento y hierro) y tradición (el adobe).

Material de apoyo:

Molotla Xolalpa, Pedro Tlatoani, “La arquitectura ferroviaria y su contribución a la arquitectura civil en México: integración de nuevas formas y sistemas constructivos”. Disponible aquí.

Tartarini, Jorge Daniel, Arquitectura ferroviaria, Colihue, Buenos Aires, 2005, 288 pp.

 
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