Institución: Archivo General de la Nación, agn
Esta fotografía fue tomada por un autor desconocido en la antigua cárcel de Lecumberri, en el pabellón de tuberculosos, en un ala exclusiva para hombres. Se aprecia claramente la estructura carcelaria y en el fondo, el mural La piedad en el desierto realizado por el pintor Manuel Rodríguez Lozano en 1942.
Rodríguez Lozano, nació en la Ciudad de México el 4 de diciembre, pero se desconoce con exactitud el año (1891 –1897). En 1906 ingresó al Colegio militar para luego seguir una carrera diplomática. En estos años conoce a Carmen Mondragón; pintora, modelo y escritora mexicana, más conocida como Nahui Olin, con quien se casa en 1913 y se instalan en Europa.
No hay mucha información sobre la educación artística del pintor, pero sí se sabe que frecuentaba a importantes artistas, como Matisse y Picasso, entre otros, además de algunos escritores, como Jean Cassou, André Salmon y Alfonso Reyes. Regresa a México y se inserta por completo en el ambiente artístico, específicamente en uno de los movimientos alternativos y de vanguardia del momento, llegando a ser considerado el pintor de los contemporáneos.
En 1940 fue nombrado director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la unam, y un año después lo incriminan por el robo de tres grabados de Alberto Durero y uno de Guido Reni en la Academia de San Carlos. Se cree que esta acusación fue organizada por enemigos políticos de Manuel dentro de la Universidad. Por ello fue encarcelado en el Palacio de Lecumberri por más de cuatro meses. Tiempo que aprovechó para pintar el mural La piedad en el desierto (1942), inspirada en la Piedad de Miguel Ángel. Con una composición triangular; reemplaza la Madona italiana por una mujer indígena con rebozo y pómulos prominentes, manteniendo la actitud protectora de la madre. Según palabras del pintor, “tiene los brazos amorosos para levantar al hijo que cae, sin importarle el delito o la monstruosidad de que sea autor”. En este caso, El hijo, es él mismo (autorretrato), representado con una figura estilizada, con la cara inclinada hacia un lado y los brazos abiertos y sin fuerza. Aludiendo al dolor del encierro.
"El contacto con ese mundo descarnado, en el que se vive realmente más allá del bien y del mal, me llevó a adentrarme en la pasión que ha sido la idea central de mi vida: el conocimiento de mi pueblo hasta el máximo extremo". Con esta obra comienza su “época blanca”, período caracterizado por la utilización de colores fríos, donde resalta el uso del azul, ocre, gris y blanco. Colores que junto a la composición y ausencia de elementos decorativos evocan tristeza, desolación y miseria. Es clara su habilidad para el dibujo, apartado del clasicismo y naturalismo de la época. Su obra, en general, está cargada de alusiones metafísicas, convirtiéndolo en uno de los grandes pintores mexicanos del siglo xx.
Con el pasar del tiempo, el mural adquirió un tono religioso para los reclusos, ya que oraban ante él. La piedad en el desierto fue elaborada al fresco con la técnica al temple, en un bastidor de metal y transportable. Permaneció en Lecumberri hasta 1966, cuando fue desprendido, luego restaurado y trasladado al Museo del Palacio de Bellas Artes, donde se encuentra hasta hoy.
Material de apoyo:
Osegueda, Rodrigo. “Manuel Rodríguez Lozano, El gran pintor mexicano que enamoró a hombres y mujeres” en Arte y Artesanía, Revista México Desconocido. Disponible aqui.
Rodríguez Lozano, Manuel, ”Reflexiones Sobre La Pintura Mexicana”. en Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas 2, 1941, p. 5-9. Disponible aqui.
Instituto Nacional de Bellas Artes. Dirección de Difusión y Relaciones Públicas, Ciudad de México a 3 de diciembre de 2020. “Manuel Rodríguez Lozano, muralista y pintor representativo de los contemporáneos”. Boletín 1163 [Comunicado de prensa] Recuperado 14 de junio de 2023, disponible aqui.