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Cada pieza de arte precolombino y novohispano que llegó a Italia entre el siglo xvi y la actualidad cuenta una historia diferente: señala la riqueza y diversidad del pensamiento mesoamericano, el complejo proceso de sincretismo religioso que provocó la evangelización en el “Nuevo Mundo”, o bien la narrativa de aquellas piezas que fueron tomadas rehenes del comercio ilegal.
En algunos casos, podemos rastrear el deseo de colecciones públicas y privadas por proteger y cuidar un patrimonio reconocido desde el inicio como irremplazable; en otros, ha sido labor de la cooperación entre ambas naciones, con particular énfasis del Comando de Carabineros de Italia para la Tutela del Patrimonio Cultural (tpc), por restituir a su país de origen material arqueológico, religioso y artístico sustraído ilegalmente de México. La sala cuenta con tres secciones: Códices, Arte plumario y Restituciones. Memórica tiene permiso para exhibir de forma permanente los tres códices que residen en Italia y que, por sus condiciones materiales, no pueden viajar a México: el Códice Cospi, de origen prehispánico y resguardado en la Biblioteca Universitaria de Boloña; el Códice Magliabechiano, realizado por indígenas por orden española y actualmente en la Biblioteca Nacional Central de Florencia; y el llamado Códice Florentino, escrito por fray Bernardino de Sahagún con el nombre Historia general de las cosas de Nueva España e ilustrado por indígenas del Colegio de Santiago Tlatelolco. Igualmente, Italia resguarda diversos ejemplos de arte plumario: una tilma tejida con plumón de pato y lana conocida como Tlamachayatl, hecha en 1534; el ajuar de vestimentas sacerdotales de Santa María Vallicella, decorada íntegramente con plumas de colibrí; la mitra que con mosaico de plumas representa escenas de la Pasión y Resurrección de Cristo; y la serie de cuadros Los cuatro doctores de la Iglesia, en donde el arte amanteca se aplica a la plástica. En la última década, la Unidad del tpc ha restituido 650 piezas arqueológicas y de culto mexicanas, apoyando así la ardua tarea de protección y recuperación del patrimonio histórico y cultural de nuestra nación. Varias de estas obras se exhiben actualmente en la exposición “La Grandeza de México”.
La oportunidad de trabajar en la conformación del corpus de “La Grandeza de México” conllevó grandes privilegios, algunos pesares y un par de enormes satisfacciones. Las primeras estuvieron vinculadas con la posibilidad de acceder de primera mano a objetos y documentos históricos de México que están resguardados en Italia, como los códices Magliabechiano y Cospi (conservados en Florencia y Boloña, respectivamente). Por su delicadeza y antigüedad, éstos sólo pueden observarse en condiciones específicas de luz y temperatura; lo mismo ocurre con el manto Tlamachayatl, resguardado en el Museo de las Civilizaciones de Roma, y la serie de Los cuatro doctores de la Iglesia, para la que visité el Santuario de la Santa Casa de Loreto, en donde se encuentra. Los pesares vinieron de la mano con la necesaria (pero excesiva) burocracia que rodea el mundo del arte, así como con las dificultades vinculadas al tamaño y la complejidad del objetivo: llevar a México obras que tenían, en su mayoría, cerca de 400 años fuera del país. De todos los sentimientos que provocó esta exposición, probablemente el más difícil de aceptar fue la desilusión sentida al recibir una negativa de viaje por parte de alguna de las instituciones de arte después de entablar meses de negociación. Ahora bien, si los pesares fueron grandes, también lo fueron las satisfacciones. Recordaré por siempre el orgullo de ver en exhibición las piezas que componen el ajuar de Santa María Vallicella, por primera vez en México después de 250 años. De igual manera, tiene un lugar especial en mi corazón la colaboración constante y cada vez más fructífera con el Comando de Carabineros para la Tutela del Patrimonio Cultural, y en específico con el General de Brigada Roberto Riccardi, quien recibió la condecoración del Águila Azteca por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador el mismo día en el que se inauguró “La Grandeza de México”; este galardón enfatiza el increíble trabajo del tpc, que tan sólo este año ha restituido 25 piezas arqueológicas y ha iniciado procesos para que al menos otras 100 obras pronto vuelvan a México. En esa línea, me causó enorme placer la exhibición de piezas restituidas, pues paradójicamente apoyan la importante labor de concientización que hacen las secretarías de Cultura y de Relaciones Exteriores para parar la comercialización de patrimonio cultural, recordando que nuestra historia no es un objeto de decoración. Juncia Avilés Cavasola
El tpc fue el primer comando en crear una base de datos de arte robado, que después entregó a la Interpol para que se integrara con información de todo el mundo. Actualmente puedes ver las piezas que están en búsqueda en su página “Arte in ostaggio” (“Arte rehén”).
Los carabineros trabajan en conjunto con el Ministerio de Cultura y con casas de anticuariado de toda Italia. Piezas de arte prehispánicas han sido recuperadas tanto al visitar mercados de pulgas como, más recientemente, al detener la subasta de una colección privada de arte.
Para “La Grandeza de México” viajaron por primera vez de regreso a su país de origen las piezas que conforman el ajuar de Santa María Vallicella. Originalmente hecho a finales del siglo xvii, éste fue transportado a Portugal y de ahí a Roma, previo a la expulsión de los jesuitas de México, en 1760.
Códice Cospi
Códice Magliabechiano
Historia General de las Cosas de la Nueva España
Tlamachayatl
Mitra
Cuadro de San Gregorio
Figura antropomorfa con instrumentos
Figura antropomorfa policroma
Figura antropomorfa
Figura zoomorfa
Vasija polimorfa
Vasija globular policroma
Vasija con cariátides antropomorfas