La Coprera: un Sitio de Memoria, exposición digital que destaca la importancia de un sitio actualmente en desuso y en un estado de abandono. Pocos saben qué pasó en este lugar y por qué fue un punto de reunión política, laboral y de lucha social. La Coprera en el puerto de Acapulco es un sitio cargado de historia campesina, de organización política y también de represión y de violaciones graves a los derechos humanos. Mujeres, niños y hombres fueron víctimas de un tiroteo producido por disputas políticas atravesadas por los intereses del cacicazgo local, las elecciones en Guerrero y la intervención de diferentes actores y funcionarios del Estado. Nombrar la memoria de la Coprera del puerto de Acapulco es traer a nuestros días un evento marcado por la represión del Estado mexicano de finales de los años sesenta y enunciar un lugar de resistencia para el pueblo campesino de Guerrero. La masacre de la Coprera de Acapulco sitúa un acontecimiento de represión y maltrato que debe ser conocido por todas y todos en la historia de los derechos campesinos de nuestro país.
Hablar de la violencia política en México durante el siglo xx puede remitirnos a pensar en distintos escenarios donde la represión se llevó a cabo. Los colectivos que demandan el esclarecimiento histórico de los eventos ocurridos durante el periodo contrainsurgente en el país han conseguido avances para el reconocimiento de las violaciones graves a los derechos humanos.
El pasado 22 de abril de 2024, en el Diario Oficial de la Federación, se reconoció al edificio Circular de Morelia número 8 como el Primer Sitio de Memoria en México; el 30 de agosto del mismo año se abrió el Pabellón de la Memoria y la Verdad en el Archivo General de la Nación (agn); también existe un sitio web del edificio Tlaxcoaque, declarada su plaza Sitio de Memoria, y el Sitio de Memoria Antigua Cárcel de Mujeres en Santa Martha Acatitla inaugurado en abril de este año. Pero es aquí donde valdría la pena preguntarnos ¿qué pasa con los espacios donde hubo represión política fuera de la capital del país? En México, como en la mayoría de los países latinoamericanos, se suele tener una visión muy centralizada de la vida política, social y cultural. Esto hace que los esfuerzos de memoria en otros estados de la república no sean tan difundidos entre la población. Tales esfuerzos se producen en estados como Veracruz y Nuevo León, entre otros. Estados tan agobiados por la violencia y las violaciones a los derechos humanos como Chiapas, Oaxaca y Guerrero comienzan poco a poco a reconstruir la memoria de sus movimientos sociales y, por lo tanto, a reconocer aquellos espacios donde el agravio fue el centro de operación de una política represiva y de aniquilación.
Manifiesto y movilización contra la diputación de Guillermo González Martínez por la defensa de los intereses del pueblo guerrerense, 1967. dfs, Guerrero, agn.
Primeras protestas del Frente Revolucionario de Colonos por la detención del líder coprero Jesús Bernal Román, Acapulco, Guerrero, 1967. dfs, Guerrero, agn.
El estado de Guerrero fue una de las zonas donde hubo mayor actividad represiva por parte del Estado mexicano, principalmente cerca de la costa y en la sierra; ejemplo de ello fue la masacre de copreros el 20 de agosto de 1967, en la esquina de la Av. Ejido con Calle 6, en Acapulco de Juárez, a las afueras del edificio “La Coprera” perteneciente a la Unión Regional de Productores de Copra del Estado de Guerrero (urpcg).
El objetivo de esta exposición no sólo es difundir un hecho violento del pasado ocurrido en el puerto de Acapulco, sino que también busca fomentar un ejercicio de memoria con la comunidad. Diversificar los esfuerzos por reconocer otros espacios/escenarios fuera de la capital del país nos sirve para entender la represión política desde una mirada más regionalizada, donde se atraviesan dinámicas muy distintas, tanto del estado, como de aquellas personas que no están conformes con éste. Hablar de La Coprera como un Sitio de Memoria tiene la finalidad de ampliar nuestra visión más allá de un solo hecho violento para advertir que las luchas de copreros, y campesinas, siguen dándose hasta el día de hoy. Por ello, cabría hacer un esfuerzo por recuperar las memorias de quienes fueron reprimidos en el pasado, como lo muestran los carteles y volantes de las movilizaciones en el estado de Guerrero antes de la matanza del 20 de agosto del año 1967 (véase Manifiesto y Cartel de Convocatoria) y recientes investigaciones desde la prensa y los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (dfs).
“Pues yo pensé que ese edificio sólo estaba abandonado, no que habían matado gente ahí.”
Habitante de Acapulco
El aspecto esencial de la Revolución mexicana (1910-1920) quizá podría sintetizarse diciendo que es el momento histórico en el que los pueblos indígenas y campesinos pudieron concretar su proyecto de redistribución de la propiedad y obtener la justicia mediante la restitución de aquellas tierras que fueron arrancadas a las comunidades agrarias mediante leyes que legitimaron el despojo y el enriquecimiento de una élite: la oligarquía porfirista.
En Guerrero, ese justo reclamo de la tierra estuvo acompañado por una serie de demandas que hoy podemos situar como anticolonialistas, pues todavía a principios del siglo xx una oligarquía de origen español dominaba la industria, el comercio y la mayoría de las actividades económicas, así como el control del gobierno. A pesar de que hubo una guerra entre facciones maderistas, carrancistas y zapatistas en Guerrero, la sangre de miles de campesinos no fue suficiente para acabar con los “gachupines españoles”. Por el contrario, durante los años veinte y treinta se extendió la lucha en al menos dos frentes: la lucha civil y democrática que buscó participar en los comicios y el agrarismo armado y guerrillero.
Durante más de 30 años hubo un contexto de extrema violencia en la que predominó el permanente enfrentamiento entre las “guardias blancas” armadas de los terratenientes y los campesinos sin tierra. Esta larga lucha parecía llegar a su fin hacia 1940, cuando el presidente Lázaro Cárdenas decretó la creación de los ejidos y comunidades agrarias que enajenaron una buena parte de los latifundios de Guerrero. En los años cuarenta surgió un nuevo sujeto político en Guerrero y en muchas otras partes del país: el ejidatario. La Costa Grande de Guerrero es un buen ejemplo del repentino auge que experimentaron diversas regiones agrícolas del país. Pronto esas zonas llegaron a convertirse en productoras de materias primas de exportación trayendo un beneficio económico sin precedentes para los campesinos que hasta los años treinta no habían tenido acceso a la tierra.
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En toda la costa guerrerense se impulsó la siembra de la palmera de coco, que en pocos años llegó a significar el producto agrícola más importante del estado, pues la copra, que es “la carne del coco”, experimentó una inusitada alza en sus precios, llegando a llamársele popularmente el “oro blanco” (para ilustrar este contexto histórico véase la película de Luis Buñuel Subida al cielo, 1952).
A finales de los años cincuenta la economía ejidal entró en crisis porque los caciques regionales, mediante la violencia política y legitimados por el clientelismo político, se apoderaron del proceso de comercialización de la copra. Los llamados “intermediarios” impusieron prácticas caciquiles porque tenían desbalanceadas sus pesas para que las cargas “pesaran menos”, o también argumentaban que la cosecha “no era de buena calidad” y que tenía que pagarse a menor precio. Dicho abuso incurrió también en los préstamos con altos intereses a campesinos que muchas veces terminaron en la apropiación ilegal de las cosechas o incluso de sus huertas. En este sistema de despojo agrario el Estado mexicano también tuvo parte, pues el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (pri) eliminó los aranceles para que se importaran cebos animales y grasas vegetales provenientes de los Estados Unidos, lo que ocasionó que bajaran los precios de la copra. Todo esto fue parte de una política económica llamada “Desarrollo estabilizador”, que si bien propuso “nacionalizar la industria”, lo cierto es que esto se efectúo mediante un subsidio estatal y una transferencia de valor de la economía ejidal y campesina hacia los grandes empresarios que emergieron en el país. Dicho de otra forma: se trató de una contrarreforma agraria, porque en los hombros de las familias campesinas se cargó el peso de financiar la industria nacional mediante precios muy bajos de los productos agrarios, los cuales fueron reduciéndose en los años cincuenta y sesenta por efecto de la intervención del Estado.
En este contexto, en 1951 surgió la urpcg, fundada por su líder histórico Florencio Encarnación Ursúa, donde se aglutinó a la mayoría de los productores de copra de las costas Chica y Grande de Guerrero; sin embargo, hay asimetrías en la participación política, pues los ejidatarios y campesinos pobres se convierten en bases sociales, mientras que la dirección fue controlada por los grandes productores, muchos de ellos latifundistas que se incorporaron al pri y mediante el clientelismo político establecieron un sistema autoritario al interior de la organización, en la que si bien se logró mejorar el precio de la copra y conseguir préstamos para los pequeños productores, lo cierto es que esta organización estuvo mediada por un pacto clientelista en el que los ejidos comprometieron su voto y obediencia al pri a cambio de créditos y ayudas económicas. Una organización paralela a la urpcg fue la Unión Mercantil de Coco y sus Derivados, S.A. de C.V., que también fue fundada por Florencio Ursúa, sin embargo, esta organización fue desmantelada por el gobierno pocos años después, como una represalia política en contra de Ursúa.
“Sí, cuando en Atoyac andaba el maestro Lucio, acá por cualquier cosa se alarmaba la policía.”
Habitante de Acapulco
La copra, el producto agrícola más importante y cotizado en el mercado, se volvió un atractivo “botín”. Por ello, el gobernador Alejandro Gómez Maganda, desde inicios de la década de 1950, intentó crear un impuesto a la copra, sin embargo, el militar Raúl Caballero Aburto, que llegó como gobernador de Guerrero en 1956, fue quien finalmente, mediante el uso de una “mano dura”, impuso el odiado impuesto. A las cúpulas de la urpcg que representaban los intereses de los grandes cacicazgos políticos y económicos no les preocupaba el impuesto, ya que éste era un atractivo “botín” que significaba grandes cantidades de dinero que eran apropiadas mediante la acostumbrada corrupción. En cambio, los pequeños propietarios y ejidatarios veían el impuesto como un agravio a sus economías de subsistencia.
Por esta razón, a partir de 1959 se dio una fuerte agitación en Guerrero, pues el gobernador Raúl Caballero Aburto no sólo cobró impuestos a la copra, sino a otros productos agrarios como el ajonjolí, el café y la hoja de palma (para hacer tejidos), entre muchos otros cobros que mermaron la economía en los ámbitos rurales y urbanos. Fue en estos dos escenarios en los que se dio una multitudinaria manifestación de colonos de las colonias populares, de productores de copra y de café, así como de otros sectores sociales como el estudiantado y el magisterio. La demanda unánime del llamado movimiento anticaballerista fue la renuncia del gobernador, quien con su mentalidad militar aplicó una estrategia de “limpieza social”: acabar con la delincuencia y destruir a la oposición política mediante prácticas como “la Ley fuga” (ejecuciones extrajudiciales y la criminalización de la protesta social). “Delincuencia y oposición” quedaban enmarcadas en un mismo esquema militar en el que se veía a la sociedad guerrerense como un potencial “enemigo”.
La lucha de la urpcg es parte de otras pugnas que se articulan de manera paralela, como son el Movimiento Revolucionario del Magisterio (mrm), el movimiento estudiantil en la que ahora es la Universidad Autónoma de Guerrero y una fuerte lucha interna en el pri. Particularmente, el grupo cardenista apoyó el Movimiento de Liberación Nacional (mln) y buscó reafirmar la soberanía nacional. Posteriormente, este jaloneo por una apertura electoral, contra la imposición de candidatos “por dedazo” dentro del pri, trajo consigo la conformación de la Asociación Cívica Guerrerense, liderada principalmente por Genaro Vázquez Rojas. Pero también creció de manera importante el Partido Comunista Mexicano (pcm), que hacia mediados de los años sesenta optó por ganar espacios de elección popular y se lanzó con la candidatura a la presidencia con Ramón Danzós Palomino.
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Todas estas organizaciones buscaron democratizar a la sociedad, por ello las bases de la urpcg se manifestaron y buscaron que la Unión dejara de estar controlada por grupos caciquiles, y que, en cambio, se respetaran las elecciones internas. Lo mismo pasaba en el magisterio, en el que se imponían a inspectores, directores y funcionarios desde la Ciudad de México. También sucedía con los presidentes municipales hasta llegar a las elecciones de diputados, senadores y gobernadores. Justamente por esta injusticia fue que se hicieron fuertes manifestaciones que terminaron minando la legitimidad del pri. Cuando el sistema clientelista entró en crisis vino una política de terror. Por esta razón, en diciembre de 1960 en Chilpancingo y en diciembre de 1962 en Iguala, se dieron dos golpes mortales a la Asociación Cívica Guerrerense. A partir de entonces, Genaro Vázquez fue perseguido y criminalizado.
Los líderes de la urpcg perdieron toda legitimidad, pues se volvió un espacio de pugnas de varias facciones del pri. Incluso se dividió en dos partes. Las pugnas son complejas porque además de haber dos facciones del pri en la urpcg, una fue apoyada por la Federación, con la intención de que dicha organización fuera reagrupada y disciplinada por la Confederación Nacional Campesina (cnc). La otra facción fue apoyada por el gobernador, que se resistió al designio federal y en cambio se apoyó en los caciques regionales.
La Federación envió a César del Ángel, un diputado priista al que se le encargó retomar el control del gremio coprero para entregarlo a la cnc. Del Ángel usó un discurso parecido al nacionalismo revolucionario y sin pretender cumplirlo (pues él no tenía atribuciones) prometió “democratizar la organización” y “abolir el odiado impuesto a la copra”. Del otro lado estaba el gobernador Raymundo Abarca Alarcón, quien se sostenía con el apoyo de los cacicazgos de Guerrero, quienes eran apoyados por las Policías estatales y “matones” a sueldo. En ese contexto vino una importante movilización en Atoyac, Guerrero, que está cerca de Acapulco, en donde se desarrolló un movimiento campesino, magisterial y estudiantil, que desde 1965 les había ganado hegemonía a los caciques regionales, al grado de que lograron conquistas significativas como destituir a la directora de la primaria “Modesto Alarcón”. Eso representó que los caciques y el pri, a pesar de toda su fuerza, dinero y de que contaban con los órganos represivos, inclusive con asesinos a sueldo, no pudieron imponerse frente a una organización aguerrida, la cual se fue conociendo como el Partido de los Pobres. Este movimiento tenía influencias comunistas, pues varios de los dirigentes agrarios, del magisterio y estudiantiles formaban parte del pcm. El anticomunismo jugó un papel importante en la represión que vino el 18 de mayo de 1967, en la que para acabar con las fuerzas opositoras se trató de liquidar al líder más visible, el maestro Lucio Cabañas Barrientos, resultando asesinados varios de sus hombres y una mujer embarazada. A raíz de ello, Lucio Cabañas se internó en la sierra de Atoyac y emprendió una guerra de guerrillas contra dicha opresión.
Por otra parte, Genaro Vázquez estaba preso en la cárcel de Chilpancingo, pero sus bases sociales también empezarían a planear su rescate para iniciar otro frente armado. En este contexto César del Ángel comenzó a organizar a las bases sociales de los copreros, para usarlos con promesas que no pensaba cumplir, pues su designio era tomar el control clientelista. Pero los campesinos vieron la coyuntura como una oportunidad para destituir a los odiados caciques de la organización coprera y por ello aceptaron la propuesta de Del Ángel de tomar por la fuerza las instalaciones de la urpcg de Acapulco.
César del Ángel intentó entrar por la fuerza con la ayuda de un temido matón a sueldo que lo protegía, sin embargo, en el interior del edificio estaban muchos funcionarios del pri, presidentes municipales, delegados de la urpcg, todos ellos fuertemente resguardados por matones bien armados y por policías judiciales. La orden fue aniquilar a todos los que se encontraban afuera del edificio: el resultado fue una masacre en la que se estima que hubo más de 100 muertos y decenas de heridos, incluyendo infantes y mujeres.
Esta masacre fue resultado de un enfrentamiento entre facciones del pri; fue un castigo ejemplar de los caciques de la copra en contra de sus bases sociales, pero también fue el primer operativo contrainsurgente que desató un terrorismo de Estado frente a una crisis e incapacidad de las organizaciones clientelistas y para frenar el proceso de insurrección iniciado en Atoyac de Álvarez con el maestro Lucio Cabañas.
La masacre de los copreros se orquestó desde las altas jerarquías del Estado e incluyó a altos mandos del gobierno federal y al entonces gobernador de Guerrero, al Ejército Mexicano y a la dfs. Ninguno de los responsables intelectuales y materiales ha sido castigado hasta el día de hoy.
“Yo había escuchado de que mataron campesinos, pero no sabía qué tan cerca del mercado.”
Habitante de Acapulco
En los días posteriores al 20 de agosto de 1967, los titulares de los diarios locales de Guerrero y de la Ciudad de México describieron un escenario trágico por la matanza de cientos de copreros, pues para algunos periódicos la masacre de ese día había sido una trampa a los copreros que fueron a tomar la sede de la urpcg. Para otros informativos se trató de una confusa zacapela, porque para la prensa oficialista y de nota roja el enfrentamiento se había desatado entre facciones de campesinos contrapuestas en una disputa por el control de la Coprera. Las noticias que habían llegado a la capital días después detonaron una serie de movilizaciones.
En la Ciudad de México, la noticia había alertado al Comité Ejecutivo Central del Comité de Jóvenes Guerrerenses (cjg), quienes convocaron a una asamblea extraordinaria cerca del Casco de Santo Tomás en el Instituto Politécnico Nacional (ipn): se trató el asunto de la masacre de campesinos en el puerto de Acapulco. Diversos grupos, como la Alianza de Organizaciones Revolucionarias del estado de Guerrero, además de organizaciones campesinas, obreras y estudiantiles urgían a manifestarse al mediodía del 29 de agosto en las escalinatas de la Cámara de Diputados en contra del diputado federal Guillermo González Martínez, señalado como uno de los agitadores de la masacre y por haber sido electo representante en medio de un fraude electoral sin respaldo popular. También se señalaba al gobernador de Guerrero Raymundo Abarca Alarcón de haber permitido abusos y persecuciones días previos a la matanza de la Coprera; en ese mitin los manifestantes le confeccionaron un monigote para ser quemado al final de la protesta.
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Entre los oradores se encontraban los estudiantes Enrique Martínez Zárate, Rubén Fuentes Alarcón, Homero Jaramillo Pinedo, Imperio Rebolledo y Efraín Zúñiga Galeana, quienes exigieron a la Presidencia de la República y a la Secretaría de Gobernación una investigación a fondo para castigar a los responsables de los actos de la Coprera el 20 de agosto y responsabilizar a los policías judiciales de haber recibido pago por el gobernador del estado para amedrentar a los campesinos, obreros y ciudadanos de Guerrero. Se exigió la libertad de los presos políticos y algunos detenidos por el asesinato del líder de colonos de Acapulco: Alfredo López Cisneros.
En la calle contigua a la Cámara de Diputados, el monigote que representaba al gobernador de Guerrero era presentado para su juicio. Los estudiantes arengaban: “Muera Abarca Alarcón”, “Viva Guerrero”. El ambiente era festivo pese a las funestas razones que tenían congregados a los manifestantes. Como en una quema de Judas, se da la colocación del muñeco y en una ronda comienza el cuestionamiento: ¿Y a ti, quién te mató?, y todos al unísono señalaban al muñeco. Después comenzó el apedreamiento y se le prendió fuego a la figura del gobernador como un ritual de suplicio y restitución de la justicia, una fiesta expiatoria para limpiar el mal y la traición de personajes perversos. Una vez que el monigote en cenizas y acabada la ceremonia, los estudiantes partieron a una asamblea convocada a las seis de la tarde en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). La ceremonia de la quema del monigote se repitió durante décadas en las manifestaciones en contra del partido en el poder, que sistematizó sus fuerzas para perseguir y castigar a los movimientos sociales del pueblo guerrerense.
“Fíjate que yo no había escuchado de eso, hasta que me preguntaste.”
Habitante de Acapulco
A tan sólo tres meses después de la masacre en el pueblo de Atoyac de Álvarez, la matanza de copreros en el puerto de Acapulco mostró el modus operandi de las estrategias contrainsurgentes del Estado mexicano para reprimir, golpear y neutralizar a los movimientos populares y campesinos del país. Nada justificó la agresión a cientos de campesinos que se dieron cita en la Unión Coprera para hacer valer sus demandas en contra de los impuestos a la producción del cultivo de la palmera de coco, de los malos manejos de las corporaciones campesinas y de los arreglos políticos y económicos a los que llegaron representantes, autoridades, acaparadores y caciques de la región. Los oscuros arreglos, la corrupción política, las operaciones encubiertas, las amenazas y persecuciones a las que fueron sometidos los trabajadores y campesinos de la copra en Guerrero fue el reflejo de un ambiente hostil y autoritario que se venía endureciendo cada vez más con las campañas locales y federales, pero sobre todo con el control de la cnc y el dominio del puerto de Acapulco como uno de los centros más importantes de distribución de mercancías bajo el mando de las corporaciones de Seguridad y del Ejército de la época. Enfrentar al gobernador de Guerrero tuvo consecuencias para los campesinos, pero también para el propio partido oficial. Para el movimiento campesino significó enfrentar al brazo duro del Estado que, en un contexto de elecciones a la dirigencia de la urpcg, significó enfrentar a toda una estructura que compuso un abecedario siniestro de violaciones a los derechos humanos. La matanza fue uno de los actos más violentos del estado de Guerrero, junto a la masacre de Atoyac, o el Plan Telaraña ejecutado en 1971. Estos hechos mencionados son sólo antecedentes de las operaciones coordinadas por el Estado con la misma lógica represiva que se pudo observar el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Por todas estas razones No Olvidamos a los campesinos copreros que lucharon y murieron el 20 de agosto de 1967 en el puerto de Acapulco, en un lugar que debe ser considerado por todas y todos como un Sitio de Memoria.
cjg Comité de Jóvenes
Guerrerenses
cnc Confederación
Nacional Campesina
dfs Dirección Federal
de Seguridad
mln Movimiento de
Liberación Nacional
mrm Movimiento
Revolucionario del Magisterio
pcm Partido Comunista
Mexicano
pri Partido
Revolucionario Institucional
urpcg Unión Regional
de Productores de la Copra de Guerrero
Archivo General de la Nación
-Dirección Federal de Seguridad / Guerrero
Hemeroteca Nacional / unam
Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada / shcp
-Ávila Coronel, Francisco, “Del clientelismo político a la contrainsurgencia. La masacre de
copreros en Acapulco, Guerrero, en perspectiva histórica: 1940-1967”, Historia
Mexicana, El
Colegio de México, vol. 73, núm. 4 (2024), pp. 1803-1868.
-Bartra, Armando, Guerrero bronco. Campesinos, ciudadanos y guerrilleros en la Costa
Grande,
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-Délano Alonso, A., B. Nienass, A. de los Ríos Merino, B. y M. De Vecchi Gerli (eds.),
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-Román, Salvador, Revuelta cívica en Guerrero (1957-1960). La democracia imposible,
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2003.
Levantamiento hemerográfico y entrevistas
Alejandro Fuerte
Alejandro Fuerte / historiador de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam.
Francisco Ávila Coronel / historiador e investigador del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la unam.
Álvaro Rodríguez / historiador y curador en Memórica-agn.
Titular de Memoria Histórica
Gabriela Pulido Llano
Coordinación y curaduría
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Edición
Rebeca Flores
Diseño gráfico y web
Oyuki Collado Velasco