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Caminos: obra del pueblo realizada por Miguel Alemán

Caminos: obra del pueblo realizada por Miguel Alemán

 
 

Institución: Instituto de Investigaciones Bibliográficas, unam

Durante la primera mitad del siglo xx, en México, se consideró a los caminos y a las carreteras como una herramienta esencial para alcanzar la modernidad en el país. A través de ellos se podría acceder a las zonas alejadas de la capital, lo cual permitiría que los habitantes conocieran el territorio mexicano e incentivar el sentimiento nacionalista. Con esto se llevaría educación, arte y cultura a zonas prácticamente agrestes, y se “civilizarían” aquellos sitios que no han tenido la oportunidad de recibir los beneficios emanados de la lucha revolucionaria; se fomentaría el comercio y el transporte de mercancías a través de ellos, además, se activaría la industria turística, la cual era vista como la panacea que ayudaría a traer divisas extranjeras y a nivelar la balanza de pagos. Desde los años veinte comenzaron los intentos por mejorar el sistema carretero mexicano y con la idea de construir una vía panamericana que conectaría casi a todo el continente, los gobernantes del país emprendieron las obras de infraestructura necesarias para que sus objetivos se cumplieran.

 

El Estado, en aquel entonces, no contaba con el dinero suficiente para llevar a cabo las obras, por lo que debían recurrir a compañías constructoras para realizarlas y muchas de éstas eran extranjeras (a falta de profesionistas nacionales especializados) o estaban manejadas por los propios miembros de la clase política que, en un doble papel como funcionario público y como empresario, intervenían de manera continua no sólo en la creación de carreteras sino de otro tipo de servicios. De esta manera se financiaron los primeros tramos importantes de la red de caminos que implementaría la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas mejor conocido como scop. Durante los años treinta y cuarenta se fueron sumando tramos esta red y durante la presidencia de Miguel Alemán se inauguró el más largo, uno que recorría de Ciudad Juárez, Chihuahua a Ciudad Cuauhtémoc (antes El Ocotal) en Chiapas, muy cerca de la frontera con Guatemala, considerado el punto final de la carretera Panamericana, como podemos ver en el anuncio que apareció en el periódico Esto, el 5 de mayo de 1950.

 

En la publicidad vemos la figura del presidente Alemán, de cuerpo completo, parado sobre lo que parece el principio o el fin de una carretera moderna. Ésta pasa por poblados, campos y un enorme río, en la cual se destaca que la vialidad también sirve como puente. Transita cerca de lo que podría ser una zona arqueológica, y junto a una población con construcciones de tipo colonial, con lo que nos da a entender que la riqueza cultural de la nación, formada por esos dos momentos esenciales de la historia mexicana, ahora estaban al alcance de todos gracias a este camino que se pierde en el horizonte como para indicarnos las inmensas dimensiones que posee. Asimismo, se puede ver un mapa de la República mexicana en la cual se advierte la ruta que sigue el tramo inaugurado, que va de frontera a frontera e indica el total de kilómetros construidos. Bajo el mapa, se leen algunos de los nombres de las empresas que participaron en su edificación como la Compañía Constructora El Águila, Compañía Construcciones Jorge Larrea, Compañía Constructora Industrial, entre otras.

 

Material de apoyo:

Contreras Valdez, Mario, “Una alternativa para el financiamiento público de infraestructuras en México: el cobro de cuotas en carreteras y puentes a mediados del siglo xx”, en Estudios Latinoamericanos, núm. 31, febrero de 2013, pp. 95-110.

Gruel Sández, Víctor Manuel, “La inauguración de la Carretera Panamericana. Turismo y estereotipos entre México y Estados Unidos”, en Estudios Fronterizos, vol. 18, núm. 36, mayo-agosto de 2017, pp. 126-150.

 

Institución: Instituto de Investigaciones Bibliográficas, unam

Durante la primera mitad del siglo xx, en México, se consideró a los caminos y a las carreteras como una herramienta esencial para alcanzar la modernidad en el país. A través de ellos se podría acceder a las zonas alejadas de la capital, lo cual permitiría que los habitantes conocieran el territorio mexicano e incentivar el sentimiento nacionalista. Con esto se llevaría educación, arte y cultura a zonas prácticamente agrestes, y se “civilizarían” aquellos sitios que no han tenido la oportunidad de recibir los beneficios emanados de la lucha revolucionaria; se fomentaría el comercio y el transporte de mercancías a través de ellos, además, se activaría la industria turística, la cual era vista como la panacea que ayudaría a traer divisas extranjeras y a nivelar la balanza de pagos. Desde los años veinte comenzaron los intentos por mejorar el sistema carretero mexicano y con la idea de construir una vía panamericana que conectaría casi a todo el continente, los gobernantes del país emprendieron las obras de infraestructura necesarias para que sus objetivos se cumplieran.

El Estado, en aquel entonces, no contaba con el dinero suficiente para llevar a cabo las obras, por lo que debían recurrir a compañías constructoras para realizarlas y muchas de éstas eran extranjeras (a falta de profesionistas nacionales especializados) o estaban manejadas por los propios miembros de la clase política que, en un doble papel como funcionario público y como empresario, intervenían de manera continua no sólo en la creación de carreteras sino de otro tipo de servicios. De esta manera se financiaron los primeros tramos importantes de la red de caminos que implementaría la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas mejor conocido como scop. Durante los años treinta y cuarenta se fueron sumando tramos esta red y durante la presidencia de Miguel Alemán se inauguró el más largo, uno que recorría de Ciudad Juárez, Chihuahua a Ciudad Cuauhtémoc (antes El Ocotal) en Chiapas, muy cerca de la frontera con Guatemala, considerado el punto final de la carretera Panamericana, como podemos ver en el anuncio que apareció en el periódico Esto, el 5 de mayo de 1950.

En la publicidad vemos la figura del presidente Alemán, de cuerpo completo, parado sobre lo que parece el principio o el fin de una carretera moderna. Ésta pasa por poblados, campos y un enorme río, en la cual se destaca que la vialidad también sirve como puente. Transita cerca de lo que podría ser una zona arqueológica, y junto a una población con construcciones de tipo colonial, con lo que nos da a entender que la riqueza cultural de la nación, formada por esos dos momentos esenciales de la historia mexicana, ahora estaban al alcance de todos gracias a este camino que se pierde en el horizonte como para indicarnos las inmensas dimensiones que posee. Asimismo, se puede ver un mapa de la República mexicana en la cual se advierte la ruta que sigue el tramo inaugurado, que va de frontera a frontera e indica el total de kilómetros construidos. Bajo el mapa, se leen algunos de los nombres de las empresas que participaron en su edificación como la Compañía Constructora El Águila, Compañía Construcciones Jorge Larrea, Compañía Constructora Industrial, entre otras.

Material de apoyo:

Contreras Valdez, Mario, “Una alternativa para el financiamiento público de infraestructuras en México: el cobro de cuotas en carreteras y puentes a mediados del siglo xx”, en Estudios Latinoamericanos, núm. 31, febrero de 2013, pp. 95-110.

Gruel Sández, Víctor Manuel, “La inauguración de la Carretera Panamericana. Turismo y estereotipos entre México y Estados Unidos”, en Estudios Fronterizos, vol. 18, núm. 36, mayo-agosto de 2017, pp. 126-150.

 

 

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