Caminar el cuerpo desaparecido

¿Cómo logramos hablar desde el arte sobre las graves violaciones a derechos humanos?

La performance del caminar surge de la fotografía de una silla vacía y unos zapatos. Esta imagen se vuelve contenedora de una reflexión más amplia: la ausencia de las personas desaparecidas por diversas causas, pero principalmente por una política vieja y extendida de violaciones graves a los derechos humanos.

Trabajar junto con las víctimas es el eje central de este recorrido, que ha sido posible gracias a la confianza de las familias Ortiz Ruiz, Corona Banderas y Orozco Medina. Fuimos escuchando sus historias, recolectando recuerdos, caminando por donde sus hij@s caminaban, platicando con los compañeros de trabajo de l@s desaparecid@s, integrando a las demás personas que no están inmersas en la búsqueda, pero que saben lo que sucedió. La acción perfomática se alimenta de la acción del caminar de los familiares. Es una evocación de ese cuerpo que ha sido desdibujado por el Estado y la comunidad. El caminar se convierte en una acción política y de resistencia al volver a recorrer esos espacios, de donde en algunos casos las familias han sido desplazadas de manera forzada.

El cuerpo desaparecido, que es la serie de trabajos que acompañan este proceso de construcción de memoria, está conformado por objetualidades y materialidades documentales que fuimos elaborando y que son parte de las acciones / intervenciones realizadas en espacios públicos.

El trabajo en común nos impulsó a crear el colectivo Familiares Caminando por Justicia (2015), donde se agrupan más de 17 familias en búsqueda del estado de Michoacán.

Todo el proceso creativo está activado desde la necesidad de documentar y visibilizar. Construimos y resguardamos un archivo de memoria que apela a la no repetición.

La performance del caminar se sostiene desde el acto de andar y de poner el cuerpo en los zapatos de aquellas personas que han querido borrar. Por eso caminamos y seguiremos caminando, como un conjuro contra la desaparición, hasta encontrarlos a tod@s.

Nuestro trabajo de memoria está conformado por una serie de propuestas dentro de las artes visuales, de las que destacan las fotografías de retratos de familiares y sus ámbitos, así como entrevistas de audio y video que se llevan a cabo cada cierto tiempo. La performance del caminar es hacer recorridos por los espacios cotidianos de l@s desaparecid@s y mapearlos en cartografías donde se muestran los lugares atravesados por las violencias y los afectos de las familias.

Nuestro trabajo de memoria está conformado por una serie de propuestas dentro de las artes visuales, de las que destacan las fotografías de retratos de familiares y sus ámbitos, así como entrevistas de audio y video que se llevan a cabo cada cierto tiempo. La performance del caminar es hacer recorridos por los espacios cotidianos de l@s desaparecid@s y mapearlos en cartografías donde se muestran los lugares atravesados por las violencias y los afectos de las familias.

Retratos bordados, así como actividades en el espacio público donde se borda, se llevan a cabo por los familiares desde 2016: “Hilvanando Memoria”, retratos en pintura, grabado, así como distintos talleres que realizamos con las familias para activar diálogos rotos, generar estrategias de visibilidad y continuar elaborando nuestro archivo de memoria.

Michoacán cuenta al año de 2023 con aproximadamente ocho mil personas desaparecidas según el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas; esta cifra varía, ya que desde los colectivos de familiares sabemos que muchas veces las víctimas indirectas no denuncian por miedo, razón por la que esos registros no se consignan.

La historia de las desapariciones en Michoacán se remonta a los años setenta, cuando cinco miembros de la familia Guzmán Cruz, originarios de la comunidad indígena de Tarajero, fueron detenidos y torturados por el Estado mexicano.

La narrativa que marca estas graves violaciones a los derechos humanos, como es la desaparición forzada y el desplazamiento forzado, en territorios como Michoacán (ricos en recursos naturales, con un puerto importante), ha vivido múltiples modificaciones contextuales. Y podríamos señalar que muchas de estas acciones que son narradas por las familias, en este trabajo de memoria, son por las redes de macrocriminalidad que operan impunemente en la extracción de dichos recursos.

La rapidez del avance e incremento en las cifras se remonta a la época de la guerra contra el narcotráfico, declarada por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa en 2007. Tiene sus fundamentos y establecimiento en una red de complicidad entre el crimen organizado y las autoridades gubernamentales (en los tres niveles de poder), situación que no sólo sucedió en esta región del país, sino que se fue gestando en distintos estados de la República mexicana con cimientos antiguos en una política de Estado corrupta, originando así lo que todos llaman el narcoestado.

Para poder realizar una acción de memoria junto a los familiares, antes de llegar a las performances, se hicieron una serie de entrevistas y diálogos junto con las familias; quiénes son, quiénes son sus hij@s, en qué se convirtieron después de la desaparición de sus seres queridos. Pasaron meses antes de llegar al elemento evocativo de los zapatos.

Así fue que surgió la idea de registrar lo más posible sus espacios y a sus familias; tristemente también porque nos percatamos de la rapidez con la que cambian sus contextos en la exigencia de memoria, verdad y justicia.

Inicialmente estos retratos eran para denunciar las ausencias, documentar el vacío que dejan l@s desaparecid@s en esos lugares donde fueron construidos sus primeros afectos.

Las narrativas de las personas afectadas que tienen casos de “larga data” (como son llamados en las fiscalías) son descritos desde un nuevo cuerpo político; ya que la estructura familiar cambia, muchos dejan sus trabajos para la búsqueda, otras empiezan a estudiar distintos temas para poder llevar a cabo su defensa de los derechos humanos, y algunos se enferman por la tristeza, como es el caso de la abuela de Guillermo Alejandro Ortiz Ruiz que murió a los dos meses de la desaparición de su nieto.

Con los años estos recorridos se convirtieron en una manera de visibilizar lo que les ocurre a las personas y cómo se enfrentan al paso del tiempo, la mayoría de las veces sin encontrar a sus familiares desaparecidos. Así es como esta serie se convirtió no sólo en una estrategia de conocimiento, sino en una metodología interna de las familias que acompañamos.

Para poder realizar una acción de memoria junto a los familiares, antes de llegar a las performances, se hicieron una serie de entrevistas y diálogos junto con las familias; quiénes son, quiénes son sus hij@s, en qué se convirtieron después de la desaparición de sus seres queridos. Pasaron meses antes de llegar al elemento evocativo de los zapatos.

Así fue que surgió la idea de registrar lo más posible sus espacios y a sus familias; tristemente también porque nos percatamos de la rapidez con la que cambian sus contextos en la exigencia de memoria, verdad y justicia.

Inicialmente estos retratos eran para denunciar las ausencias, documentar el vacío que dejan l@s desaparecid@s en esos lugares donde fueron construidos sus primeros afectos.

Las narrativas de las personas afectadas que tienen casos de “larga data” (como son llamados en las fiscalías) son descritos desde un nuevo cuerpo político; ya que la estructura familiar cambia, muchos dejan sus trabajos para la búsqueda, otras empiezan a estudiar distintos temas para poder llevar a cabo su defensa de los derechos humanos, y algunos se enferman por la tristeza, como es el caso de la abuela de Guillermo Alejandro Ortiz Ruiz que murió a los dos meses de la desaparición de su nieto.

Con los años estos recorridos se convirtieron en una manera de visibilizar lo que les ocurre a las personas y cómo se enfrentan al paso del tiempo, la mayoría de las veces sin encontrar a sus familiares desaparecidos. Así es como esta serie se convirtió no sólo en una estrategia de conocimiento, sino en una metodología interna de las familias que acompañamos.

La propuesta de La performance del caminar es concebida como una herramienta de visibilidad del cuerpo desdibujado del desaparecido en Michoacán.

Nos referimos al concepto de desdibujado como una acción impuesta por el entorno: el Estado y personas que no están inmersas en la búsqueda; el desaparecido no deja de existir, quedan sus pasos guardados en el espacio que recorría y se dibuja esa persona desde la memoria de sus familiares. Aunque las autoridades (sujetos obligados) quieran borrarlo, omitirlo u ocultarlo, el cuerpo está presente en el recuerdo colectivo a través de sus huellas.

Es importante hacer una aclaración acerca de por qué en esta investigación se separa La performance del caminar de la acción del caminar de las familias. Esto tiene que ver con que las madres y sus familiares están haciendo actos performáticos, en donde nos narran la historia de sus hijos o familiares detenidos-desaparecidos, se toman el tiempo, conversan con nosotros, que vamos haciendo el registro, hablan los niños, saludan a sus vecinos, se enfrentan al entorno reaccionando de maneras distintas, a diferencia de cuando se hace la performance; para ellas, la acción performática radica en el hecho de caminar para que las nuevas generaciones y la comunidad vean que este acto genera una memoria histórica, deseando que los pasos de sus hijos desaparecidos no sean olvidados; y la performance apela a la evocación del cuerpo desdibujado de la persona desaparecida, formando una acción imaginante por medio de la caminata con los zapatos de quien ya no está. Esta imagen presente del calzado personal y del andar en reversa con ellos es una manera de expresar el recuerdo que nos conduce a la acción imaginante de la rememoración del desaparecido.

El acto performático del caminar de forma reversible surge a partir de las narraciones que me compartieron las madres; todas me hablaron de sus hijos y sus familiares, recordando dónde habían nacido, quiénes eran, en qué trabajaban, qué personalidad tenían, sus gustos, para profundizar posteriormente en la desaparición y bajo qué circunstancias se dio. Por lo tanto, me pareció oportuno ir en el sentido contrario y caminar retrocediendo, relacionando la metáfora del regreso en el tiempo para luego marchar hacia adelante, para que esa evocación vuelva construida, y también ese nuevo recuerdo ahora se aborda desde una posición política.

Cuando realizamos las caminatas con las madres, ellas traían puestos unos rebozos con los nombres de sus hijos y surgió la propuesta de mostrar los rostros de las personas que nombraban y repetían, que escribían. Bordar es conjurar desde el amor en cada puntada, es tomarse el tiempo de respirar, de meditar en silencio, o es el momento de encuentro con las demás compañeras para platicar o compartir ideas, trazos, colores. Bordar nos ayudó a construir la memoria en piezas textiles que no van a borrarse. Bordamos para hacer recordar, es un acto que va más allá de una acción de protesta, porque cada puntada está cargada de historias y recuerdos; bordar los rostros significa pensar en la identidad de la persona a quien se piensa y su recuerdo se desborda de los archivos silenciados.

María Elena dice que ella bordó el rostro de sus hijos de colores porque eran muy alegres, “no hay colores en el mundo que pudieran describir sus risas”.

De esta acción surge la actividad “Hilvanando Memoria”, donde las madres se reúnen a bordar los días 30 de cada mes en la Plaza de Armas de la ciudad de Morelia. No sólo es la apropiación del espacio público como un acto de visibilidad y de protesta ante las omisiones del Estado, sino también es un punto de encuentro entre las familias y su comunidad, es un lugar donde hemos documentado muchos casos y hacemos charlas de concientización en la población.

Para los familiares el bordado es dejar en algo tangible la memoria de sus queridos desaparecidos y recordarle al Estado y a la sociedad que no olvidan. Para las familias bordar también es resignificar mediante el textil los procesos de lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

Inicialmente, cuando empezamos a hablar de las caminatas, trazamos las rutas a mano, dibujando los recorridos que las familias identificaban como los lugares cotidianos de sus familiares desaparecidos: qué había en esos trayectos, qué sitios les parecían fundamentales señalar. Siempre hemos pensado que los espacios guardan en la memoria los pasos de estas personas que ya no están.

Fue así que conocimos a Céline Jacquin, con quien realizamos una colaboración. Nos brindó su plataforma @Repubikla, que nos facilitó mapear nuestras caminatas. La idea de llevarlas al plano cartográfico surge de visibilizar los espacios que han sido atravesados por los efectos de las familias, y por las violencias de Estado. Con el paso del tiempo, ha sido una herramienta que no sólo nos permite reconocer y contabilizar casos, señalar lugares de desaparición, recorridos cotidianos, retenes fantasma, desplazamientos forzados, por lo que también es una plataforma de memoria.

Trazar las rutas es pasar por encima del desdibujamiento impuesto por el Estado y la sociedad, es marcar los lugares que han sido afectados por la violencia estatal. Es vincular los lugares con las historias que quieren borrar.

En La performance del caminar debe de hacerse un registro en el que se documente el contexto familiar. La importancia de este trabajo fue ésa, al tener que caminar por espacios cotidianos de las personas desaparecidas; en ciertos casos algunas familias tuvieron que irse de sus lugares de origen de donde habían sido desplazados forzadamente, y volvieron a encontrarse con su comunidad después de la desaparición y reafirmar que el desplazamiento opera como una estrategia de fragmentación social. Muchas de sus localidades ni siquiera habían sido mapeadas; son comunidades alejadas donde pocas personas externas se acercan (como en el caso de Llanitos de Cucha en Michoacán). Mapear estos sitios fue decir: “este lugar está aquí, viven tantas familias y aquí también hay desapariciones”.

Inicialmente, cuando empezamos a hablar de las caminatas, trazamos las rutas a mano, dibujando los recorridos que las familias identificaban como los lugares cotidianos de sus familiares desaparecidos: qué había en esos trayectos, qué sitios les parecían fundamentales señalar. Siempre hemos pensado que los espacios guardan en la memoria los pasos de estas personas que ya no están.

Fue así que conocimos a Céline Jacquin, con quien realizamos una colaboración. Nos brindó su plataforma @Repubikla, que nos facilitó mapear nuestras caminatas. La idea de llevarlas al plano cartográfico surge de visibilizar los espacios que han sido atravesados por los efectos de las familias, y por las violencias de Estado. Con el paso del tiempo, ha sido una herramienta que no sólo nos permite reconocer y contabilizar casos, señalar lugares de desaparición, recorridos cotidianos, retenes fantasma, desplazamientos forzados, por lo que también es una plataforma de memoria.

Trazar las rutas es pasar por encima del desdibujamiento impuesto por el Estado y la sociedad, es marcar los lugares que han sido afectados por la violencia estatal. Es vincular los lugares con las historias que quieren borrar.

En La performance del caminar debe de hacerse un registro en el que se documente el contexto familiar. La importancia de este trabajo fue ésa, al tener que caminar por espacios cotidianos de las personas desaparecidas; en algunos casos algunas familias tuvieron que irse de sus lugares de origen de donde habían sido desplazados forzadamente, y volvieron a encontrarse con su comunidad después de la desaparición y reafirmar que el desplazamiento opera como una estrategia de fragmentación social. Muchas de sus localidades ni siquiera habían sido mapeadas; son comunidades alejadas donde pocas personas externas se acercan (como en el caso de Llanitos de Cucha en Michoacán). Mapear estos sitios fue decir: “este lugar está aquí, viven tantas familias y aquí también hay desapariciones”.

En una entrevista Laura Orozco se refirió a las caminatas diciendo: “Cuando te vi salir con los zapatos de mi hermano, fue como verlo a él salir de la casa, en su búsqueda constante en fiscalías e instancias de procuración de justicia”.

Al escuchar eso, la acción performática toma sentido, la evocación de ese cuerpo queda plasmada en ese recorrido construido desde sus afectos.

Actualmente, gracias a las enseñanzas de Céline, contamos con nuestra propia página, donde llevamos a cabo las cartografías y documentamos la información; consideramos el plano cartográfico una muy buena herramienta de memoria.

En una entrevista Laura Orozco se refirió a las caminatas diciendo: “Cuando te vi salir con los zapatos de mi hermano, fue como verlo a él salir de la casa, en su búsqueda constante en fiscalías e instancias de procuración de justicia”.

Al escuchar eso, la acción performática toma sentido, la evocación de ese cuerpo queda plasmada en ese recorrido construido desde sus afectos.

Actualmente, gracias a las enseñanzas de Céline, contamos con nuestra propia página, donde llevamos a cabo las cartografías y documentamos la información; consideramos el plano cartográfico una muy buena herramienta de memoria.

Es importante señalar que este proyecto surge de procesos creativos e intervenciones en el espacio desde 2008 con la serie El cuerpo desaparecido y fue hasta 2015 que la artista Fabiola Rayas empieza a articular junto con las familias creando #laperformancedelcaminar y la serie Caminar el cuerpo desaparecido.

A raíz del primer árbol de memoria (2021) de la organización, llevado a cabo en una de las huertas de donde había sido desplazada la familia Orozco Medina en Nuevo Zirosto, Michoacán, fue que empezamos a utilizar los pendones como un elemento de intervención y participación en nuestras exposiciones o actividades en el espacio público, invitando a más familias y colectivos, agrupaciones solidarias.

Hicimos un cálculo de cuánto tardaría una persona en bordar los más de 112 mil desaparecidos, y al superarnos en horas, días y años dicha operación fue como surgió la convocatoria #Bordalesatod@s, invitación a la comunidad en general y a todos los colectivos de familiares en búsqueda e independientes; se materializó la acción, que fue construida para honrar todos estas acciones realizadas desde el afecto, el amor, el acto de honrar a todas las madres buscadoras que salen a campo, así como todas las acciones de memorialización en las que se entrega el corazón y se apela a la no repetición.

En las charlas y actividades de concientización que llevamos a cabo como defensoras de derechos humanos, queríamos hablar de todos los demás procesos de memoria para poder situarlos y platicar acerca de los muchos contextos en los que se realizan, por eso de estas listas proporcionadas hasta el momento por las familias y distintos colectivos; empezamos a construir un archivo donde se enuncian los nombres, se documenta el lugar, el nombre del colectivo, fecha de desaparición, de nacimiento, si ha sido localizado, y el contacto, así como la persona que borda ese nombre. La información de este listado nos ayuda a nutrir la cartografía, que por el momento visibiliza a los colectivos del país; los lugares de desaparición; los trabajos de memorialización; a las y los artivistas como una forma de compartir las actividades que se realizan en distintas partes del país para producir un documento en permanente construcción y que cuente la historia desde la mirada de las familias.

Este proyecto formará parte del archivo de memoria de la organización y viajará por el país, junto a la muestra Caminar el cuerpo desaparecido, donde se visibilizan nuestras tareas de memoria.

Actualmente, estamos trabajando con las listas de más de 30 colectivos del país y más de 30 personas solidarias bordando varios proyectos de memoria. Esta pieza seguirá activa hasta bordarles a tod@s.

Referencias

  • Diéguez, Ileana, Cuerpos sin duelo, iconografías y teatralidades del dolor, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2016, 439 pp.

  • La performance del caminar en Experiencias para la Memoria. ver aquí

  • Navegar los mapas de los familiares caminando por la justicia. ver aquí

  • Perrée, Caroline, Performance del Caminar de Fabiola Rayas Chávez, en Migr´Art Territorios y desplazamientos. ver aquí

  • Perrée, Caroline e Ileana Diéguez, Cuerpos memorables, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Embajada de Francia en México-cnrs, 2018, 246 pp.


Agradecimientos y créditos

  • Agradecimientos

    Este caminar no hubiera podido llevarse a cabo sin el apoyo de todas las familias que creyeron en esta propuesta de memoria, inicialmente a las familias Orozco Medina, Ortiz Ruiz y Corona Banderas, y actualmente a todas aquellas que integran el colectivo Familiares Caminando por Justicia, a los niños y jóvenes de nuestra organización que son el principal motor, Ramón Pucheta / Ceniza Pura, a Céline Jacquin, personas solidarias que siempre nos han extendido su apoyo y cariño: Ileana Diéguez, Caroline Perrée, Cordelia Rizzo, Rosa Borras, familia Rayas Chávez, Vicente Rodríguez, Nancy Gallegos, Said Soberanes, Jaime Bailleres, Helen Trotier, Tania Andrade, Laura Valencia, Alma Cardoso, así como a las personas que reconocen nuestra labor como defensoras de derechos humanos.

    En el proyecto de Bordarles a tod@s: a cada una de las familias buscadoras que nos han permitido bordar a sus tesoros y documentar sus casos, así como a todas las manos solidarias que sin conocernos empezaron a contactarnos para ayudarnos a bordar pendones. Este recuento cambia cada día a día porque está en construcción, sin embargo, estamos muy agradecidos con cada una de las personas que se acercan para entregar sus listas o bordar.

    Colectivos: Madres con una Luz en el Corazón, Una luz en tu camino, afadem, fundenl, fundec, decofem, Unión Regional de Víctimas del Bajío, Colectivos Unidos Nayarit, Voz de los Desaparecidos Puebla, Desaparecidos de Aldama Tamaulipas, Buscando Camino hasta Encontrarlos, Casino Royale, Buscando a Esmeralda, Buscadoras de Jalisco, Missing Angels, Desaparecidos de Querétaro, Buscando Personas Verdad y Justicia, Desaparecidos de Tamaulipas, Colectivo Víctor Yodo, agape, Desaparecidos Nayarit, Colectivo Rodolfo Reyes Crespo, Sobreviviente del 60 Ana Ignacia, Colectivo Eureka, Buscando a Bruno, Renacer Monterrey, Memoria Verdad y Justicia Aguascalientes, Madres Rastreadoras de Corazones Jalisco, Buscando Zacatecas, Unidas Siempre Buscando, Unidos por la Paz Veracruz, Madres Buscadoras de Sonora, Madres Buscadoras de Jalisco, Colectivo Todos Somos Jaime y Javier, Bordamos por la Paz, Bordando Corazones, Colectivo Memoria, Verdad y Justicia Acapulco.

    A las manos solidarias que bordan: Alma Cardoso y alumnes de la Ibero Puebla, Compañía Teatral Cempoa, Bárbara Pohl, Tania Andrade, Nidia, Rosa Borras, Cordelia Rizzo, alumnos de la uam-Cuajimalpa, Ileana Diéguez, Rigoberto Reyes, David Villa, Cloe Pérez, Paco García, Celeste Jaime, Luc María, Paola Cruz, Nicole Vázquez, Patricia Vargas, Merle, Sandra Babativa, Foro Elefante, Cecilia Alvarado, Yasmín Jáuregui, Rocío Jiménez, Bertha Enciso, Celeste Sánchez, Mariana Sasso, Paulina Genea, Hazel Dávalos, Serali Granados, Samanta Zaragoza, Ma. de los Ángeles, Jazel Galicia, Gabriela Santa María, Francisco del Arte, Itzel Enciso, Daniela Mejía, Rosaplantonera, Geras Contreras, equipo de Circular de Morelia, y a todos los colectivos y madres que bordan a sus tesoros y nos apoyan en esta memoria.

  • Créditos

  • Curaduría e investigación

    Fabiola Rayas Chávez


  • Memoria Histórica del agn


  • Dirección

    Gabriela Pulido Llano


  • Asistencia curatorial

    Álvaro Rodríguez Luévano


  • Edición

    Rebeca Flores Gutiérrez


  • Dirección de Diseño y Estrategia Creativa

    María Angélica Santa María Daffunchio


  • Diseño gráfico y web

    Adei Dsoo Cabañas González y Mauricio Espinosa Azócar